El motivo de la mejora de las previsiones son unas precipitaciones superiores a la media en Italia, en el sudeste de Europa y en las partes sudorientales de la Península Ibérica, que favorecieron la reposición de las reservas de humedad del suelo, que en varias regiones habían sido críticamente bajas.

Estas lluvias han traído beneficios sustanciales para los cultivos de invierno y para el desarrollo temprano de los cultivos de primavera y verano.

Gran parte del norte-centro de Europa experimentó un marcado déficit de lluvias desde mediados de marzo. Abril fue particularmente seco en estas regiones. En consecuencia, los cultivos de invierno se ven afectados negativamente en el norte de Polonia, este y noreste de Alemania y el noroeste de Chequia, especialmente en suelos arenosos ligeros. Los cultivos emergentes de primavera y verano también se vieron afectados.

En general, las mejoras en las perspectivas de rendimiento para los cereales de invierno en el sur de Europa se ven contrarrestadas, en gran medida, por los pronósticos de rendimiento reducido en las regiones del norte, lo que dio lugar a una ligera revisión al alza a nivel de la UE. Las condiciones claramente más frías de lo habitual, que ocurrieron en grandes partes de Europa a principios de mayo, frenaron el desarrollo de los cultivos de invierno, pero el daño por heladas en los cultivos anuales se limitó a casos locales.